Rastro En El Cielo(c.1) by Wilbur Smith

Author:Wilbur Smith
Language: es
Format: mobi
Published: 2011-01-10T23:00:00+00:00

En el mismo instante en que se desvanecía la última imagen nítida captada por el radar, el brig oyó decir al joven oficial a cargo de tal dispositivo:

Contacto interrumpido.

Un gran silencio invadió el bunker del comando.

Todos lo miraban.

El brig se encontraba inclinado sobre el aparato, con sus enormes y huesudos puños hundidos en ambos costados de la cintura. Su rostro permanecía rígido e inexpresivo, pero sus ojos llameaban de furor.

Todavía le parecía estar oyendo los frenéticos gritos de sus dos pilotos, a través de los altavoces situados sobre su cabeza, mientras se llamaban mutuamente, en el momento del peligro supremo.

Todos allí habían oído la voz áspera de David, cargada de miedo y horror: «¡Joe...! ¡Oh, no, Joe! ¡Por Dios, Joe, no...!», y tenían plena conciencia de lo que tales palabras significaban, es decir, comprendieron que habían perdido a ambos.

El brig seguía aún aturdido por el súbito y espantoso desenlace de aquella misión aérea.

Desde el momento en que perdió el control de sus dos subordinados comprendió que el desastre era inevitable.

Ahora su hijo estaba muerto.

Tuvo ganas de gritar, de protestar contra la fatalidad de todo aquello. Durante varios segundos mantuvo sus ojos cerrados.

Cuando los abrió ya había recuperado su autodominio. ¡Alerta general! ordenó en tono enérgico. Todas las escuadrillas con «luz roja»... Sabía que hacía frente a una posible crisis internacional. Quiero una cobertura aérea total sobre el área en que cayeron. Pueden haber saltado en paracaídas. Añadan dos Phantoms y formen un «paraguas» sobre ellos. Además, varios helicópteros deben partir inmediatamente, con paracaidistas y equipos médicos.

Todo el personal del bunker empezó a actuar rápidamente de acuerdo con el estado de alerta general.

Comuníqueme con la primera ministra dijo, por último, el brig.

Tendría que dar muchas explicaciones.

Mientras tanto, dedicó varios segundos de su precioso tiempo a maldecir en tono acre y rotundo a David Morgan.

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